Culto:
El culto presbiteriano siempre ha permitido una notable flexibilidad en lo tocante
a las formas, pero está basado en la definición que ofrece Calvino de las características esenciales de la Iglesia: la proclamación
del Evangelio y la celebración de los sacramentos. En Estados Unidos, la influencia del puritanismo y el evangelismo contribuyeron
a la mayor importancia del sermón como eje del culto. La liturgia estaba ausente de hecho y la eucaristía sólo se celebraba
de un modo ocasional. Sin embargo, a finales del XIX y principios del XX la renovación en la comprensión reformada del culto
y el movimiento ecuménico conllevaron una mayor riqueza para el culto presbiteriano. El sermón sigue siendo importante, pero
ahora hay una mayor observancia de la liturgia y una celebración más regular de la Santa Cena.
Doctrinas:
En síntesis, la teología presbiteriana o calvinista descansa en cinco pilares que
constituyen el fundamento doctrinal de la tradición presbiteriana:
a) la única norma de fe y vida es la Sagrada Escritura;
b) el mal radical, esto es, la total depravación del hombre, a quien la caída en el pecado dejó en estado de corrupción
absoluta e incapaz de acceder a la salvación;
c) la elección incondicional que supone la predestinación;
d)
la expiación limitada y la gracia irresistible. El sacrificio de Jesucristo en la cruz se produjo tan sólo por los elegidos,
y
e) la perseverancia de los santos.